Mi reflejo me perturba,
se esfuma la beldad,
si nadie la recuerda,
el espejo mentirá.
Reuniones, veladas,
con alcohol de más,
risas arrancadas,
problemas que se van.
Rostros que me alientan,
en la embriaguez a caminar,
dichas noches sin voces
y el vaso me hará llorar.
Una noche, una cama,
y un sonido singular,
cruje la madera,
el terror se hace notar.
Mis piernas, que tiemblan,
tras el ruido van,
comprueban la existencia
de algo sin captar
que lo que más me aterroriza,
¡es la maldita soledad!
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