No me toques, no
lo hagas.
Mírame,
sonríeme, quiéreme,
de las manos, de
los brazos, líbrame.
No me toques,
por favor, no lo hagas.
No lo hagas, no
me toques.
Me han tocado
suficiente,
para del
daño ser consciente.
No lo hagas, por
favor, no me toques.
No me toques, ni
lo pienses.
Tus brazos,
máquinas de tortura,
martirizan a mi
cuerpo, al que ya le sobra angustia.
No me toques,
por favor, ni lo pienses.
Te lo suplico,
no me toques.
Apiádate de mí,
de mi mente, de
mi alma, de cada cicatriz.
Te lo suplico,
no me toques.
Y si después de todo el drama,
aun me quieres
tantear,
siento decirte
que te toca esperar.
Solo cuando sin
tu piel
de abrazarme
seas capaz,
solo en ese
momento y solo si tu quieres,
mi cuerpo podrás
tocar.
Mientras tanto, no me toques.
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