De un día para otro me con vi un collar,
un collar de sumisión, símbolo de propiedad.
Un collar que me separaba de toda
individualidad
y que me hizo despedirme de todo rastro de
humanidad.
En la calle pretendía, siempre mi devoción
tener,
buscaba ser envidiado, que desearan su vida
poseer.
Mas adelante, mi mirada también quedó en su
poder,
su cólera llegaba, si no miraba al suelo o
hacia él.
Aquí, queridos jueces, llega el momento del
contrato,
contrato que le dio el «derecho» a ser el
soberano
de mi cuerpo y de mi alma, todo quedó en sus
manos.
Tal vez se pregunten, por qué mi firma está
ahí,
el motivo es sencillo, pensé que no lo iba a
cumplir.
Mi intención fue cambiarle,que quisiera vivir,
sin saber que en ese momento, yo había dejado de
existir.
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