No me toques, no lo hagas. Mírame, sonríeme, quiéreme, de las manos, de los brazos, líbrame. No me toques, por favor, no lo hagas. No lo hagas, no me toques. Me han tocado suficiente, para del daño ser consciente. No lo hagas, por favor, no me toques. No me toques, ni lo pienses. Tus brazos, máquinas de tortura, martirizan a mi cuerpo, al que ya le sobra angustia. No me toques, por favor, ni lo pienses. Te lo suplico, no me toques. Apiádate de mí, de mi mente, de mi alma, de cada cicatriz. Te lo suplico, no me toques. Y si después de todo el drama, aun me quieres tantear, siento decirte que te toca esperar. Solo cuando sin tu piel de abrazarme seas capaz, solo en ese momento y solo si tu quieres, mi cuerpo podrás tocar. Mientras tanto, no me toques.
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