De nuevo,
queridos jueces, ante ustedes me hallo,
para
contaros mi historia de dolor y desamparo.
Juro que
aunque lo crean, porque el contrato he firmado,
no soy la
culpable, yo no creía en ese trato:
Todo comenzó
con la «perfecta» relación,
lugares
preciosos, palabras de amor.
Pantanos,
montañas, playas, sueños, ficción.
Y yo sin
saber que la vida, por ser cuento, no es mejor.
Con los
cuentos de hadas, vino la melancolía,
su
tristeza, su desdicha, su desdén hacia la vida,
sujetas a
otra letra de su alfabeto de mentiras.
Lo siento,
queridos jueces, no pude ver su falsedad,
por favor,
no me culpen por su juego confesar,
culpen al sistema por su inocencia secundar.
culpen al sistema por su inocencia secundar.
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