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El juicio de la señorita «R» — Capítulo I

De nuevo, queridos jueces, ante ustedes me hallo,
para contaros mi historia de dolor y desamparo.
Juro que aunque lo crean, porque el contrato he firmado,
no soy la culpable, yo no creía en ese trato:
                                     
Todo comenzó con la «perfecta» relación,
lugares preciosos, palabras de amor.
Pantanos, montañas, playas, sueños, ficción.
Y yo sin saber que la vida, por ser cuento, no es mejor.

Con los cuentos de hadas, vino la melancolía,
su tristeza, su desdicha, su desdén hacia la vida,
sujetas a otra letra de su alfabeto de mentiras.

Lo siento, queridos jueces, no pude ver su falsedad,
por favor, no me culpen por su juego confesar,
culpen al sistema por su inocencia secundar.

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