Así,
queridos jueces, su red quedó tejida,
red
que me amarraba con sus hilos de mentiras,
red
que me amarraba con amenazas suicidas,
red
que me amarraba para amarrarle a la vida.
Red
que me amarró, para en él quedar perdida.
Mi
deseo de cuidarle se convirtió en mi obligación
y su ansia de atarme fue su «protección».
Sus
deseos se expresaban con manipulación
y a mi ansia de ser libre la mató la sumisión.
Sin
libertad, sin amigos, sin opinión, sin nada en que creer,
femenina,
callada, vacía, maquillada para él.
En
mi alma y cuerpo tenía que recaer
la
idea perfecta de lo que es una mujer.
Así,
queridos jueces, su urna quedó cerrada,
urna
que me encerraba para por él ser admirada,
urna
de cristal para la señorita R creada.
Ole, se puede decir más alto, pero no más claro. Compromiso a tope...
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